lunes, 30 de enero de 2012

UNA CASA CON DIEZ PINOS


Tengo que conseguir el teléfono de Javier Martínez, el baterista y cantante de Manal. Creo que Rafa lo tiene. Alguna vez me dijo que atiende un contestador y hay que decir una contraseña para que se digne a levantar el tubo. Tengo que conseguir el teléfono y la contraseña de Javier Martínez, el baterista y cantante de Manal. Es que mirando por la ventana de la piecita de la terraza, observando como un viento de tormenta sacudía las copas de los árboles, me puse a contar los pinos del fondo de una casa que debe dar a la calle Espinosa. Uno, dos, tres…diez pinos. Una casa con diez pinos. Puede ser que hacia el sur haya un lugar, Javier, pero como cantó Charly, ¿por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá? De última, tenés el tren San Martín que en veinte minutos te deja en Retiro para tomar un colectivo a donde quieras. Acá en La Paternal podés fumar, dibujar y observar un jardín bajo el sol antes de morir. ¿Para qué complicar, Javier? 

domingo, 29 de enero de 2012

LOS LADRONES DE ATÚN


Me parece que acá se está hablando de muchos asuntos pero nadie menciona lo verdaderamente importante. Un flagelo cotidiano, señores. Y a los responsables se los nombra con todas las letras. Les estoy hablando de Los Ladrones de Atún. Así como lo escuchan. Si no los habían sentido nombrar es porque los medios de comunicación (y acá hay una clara complicidad entre oficialistas y opositores, por más enfrentados que se muestren), los medios de comunicación, decía, no muestran nada al respecto. Será que tienen intereses en el asunto. Le cuento, señora. Un domingo a las tres de la tarde me agarra un hambre voraz. En la heladera hay dos sobres de mayonesa chicos, de esos que mi tío Carlitos se roba de los locales de comidas rápidas en una acción que denomina “breves rasguños al neoliberalismo”. Entonces, mayonesa en la heladera y, en la alacena, un poco de arroz. ¿Qué podría sumarse a estos dos elementos para elaborar un plato veraniego? Atún, señores. Atún al natural. Una ensalada de atún, arroz y mayonesa. Voy hasta el único supermercado abierto en el barrio ese día y a esa hora. No es cuestión aquí de hacer publicidad gratuita, pero el supermercado que tiene el símbolo de porcentaje no cierra nunca al mediodía. Para que aprendan los almaceneros que se quejan de la competencia desleal. Entonces recorro las góndolas y nada. Estoy a punto de comprar pickles, pero me niego. Yo quiero atún. Tengo derecho a comer lo que imaginé. (Agradezco al muchachito de tatuajes que asiente con la cabeza, los jóvenes serán quienes continúen nuestra lucha). Entonces voy a la caja a averiguar. Como soy respetuoso, no me adelanto en la cola. Espero mi turno aunque no tenga nada en la mano. ¿Y qué me encuentro? Un cartel escrito en marcador que dice “Pedir atún en caja”. Cuando me atiende la chica de reflejos violetas le digo: “Escucheme, ¿por qué tengo que pedir el atún en caja y no está en las góndolas como el resto de los productos?”. La chica, sin quitar los ojos de la caja registradora, informa: “Porque se lo roban”. Como lo escuchan, señores. Se roban el atún. ¿Al aceite, al natural, desmenuzado, en trozos, el de marca, el económico? “Se roban todos los atunes”, dice la chica, que ahora sí me mira a los ojos, pero rápidamente quita la vista por lo que después sabré que era un resto de pasta dentífrica en la comisura de mis labios. Ya escucharon: se roban todos los atunes. Y no es un caso aislado, no. Acá hablamos de mafias organizadas, de zonas liberadas por los repositores. No podría asegurar que los ladrones vienen del otro lado de la General Paz, pero no descarto la hipótesis. Pero, ¿quiénes somos los damnificados? Nosotros, los que queremos una simple ensalada veraniega. Y los dueños de los supermercados, por supuesto, que tan noblemente invierten en nuestro país para hacerlo crecer. Siempre la ligamos los laburantes, las personas de buena fe, la gente de familia. Y me parece que es tiempo de organizarse para que esto se termine de una vez. Ahora que lo denunciamos, tratarán de conformarnos apresando a uno o dos perejiles. Acá lo que queremos es que se trate el tema de fondo. ¡Fuera Ladrones de Atún de nuestros supermercados! ¡No a la complicidad de los repositores! ¡Justicia para nuestras ensaladas y tartas! Ya mismo voy a mandar un mail general, mientras mi vecina Graciela, que tiene más de cincuenta años pero maneja bastante bien el tema de las redes sociales, arma un grupo de facebook.        

TODO DEBE ESTAR EN ALGUNA PARTE


Tapa del primer y único número de "La Musa Enferma", fanzine literario que creamos y abandonamos junto a Eduardo Benítez, allá por ¿2002?, bajo el lema "un insecto que camina por el antebrazo de una gorda". La ilustración es de Paula Palomo García. 


sábado, 28 de enero de 2012

LO QUE TE DA TERROR TE DEFINE MEJOR (*)


La Matanza: los agentes corporativos de información la denominan como “zona caliente” y los políticos aseguran que si tienen mayoría en este distrito, ganan el país. Entro al destacamento de Lomas del Mirador donde vieron por última vez a Luciano Arruga: un pibe de 16 años que se negó a robar para la Policía Bonaerense y está desaparecido hace tres años. El Municipio mudó la comisaría y permitió que se transforme en un espacio de memoria, gestionado en parte por familiares y amigos. La mayoría de las salas se pueden ver solo desde la entrada, porque el Equipo de Antropología Forense está investigando rastros de la golpiza. A la izquierda la cocina, donde lo habían torturado meses antes, mientras su familia escuchaba los gritos desde la entrada y reclamaba que lo liberen. A la derecha, el baño, con un envase de espuma de afeitar que debían usar los efectivos para quedar con esa cara limpia, listos para salir a combatir la inseguridad. Al fondo, un descampado donde la naturaleza toma revancha contra el progreso y brota desde los cimientos. “Gracias por no preguntar si mi hermano afanaba o se drogaba”, dice Vanesa, repasando la grilla de las actividades culturales que organizan hoy los familiares y amigos de Luciano. En el lugar hace frío, a pesar de los 35 de térmica anunciados en la televisión, que muestra una Bristol repleta y titula “Estalló el verano”. Un frío que se mete por los huesos y se anuda, gris, en la garganta.     

(*) Gabo Ferro, del disco "La aguja tras la máscara". 

10 TÉRMINOS QUE VARIARON EN LOS ÚLTIMOS 10 AÑOS


1)
2002: Articular.
2012: Alianza estratégica.

2)
2002: Medios de comunicación alternativos.
2012: UOCRA TV.

3)
2002: Asamblea.
2012: Congreso de la Nación.

4)
2002: Calle.
2012: Facebook / Twitter.

5)
2002: Organizaciones sociales.
2012: Secretarías.

6)
2002: Roles y tareas.
2012: Reparto de cargos.

7)
2002: Horizonte.
2012: Reelección.

8)
2002: Hacer.
2012: Gestionar.

9)
2002: Autonomía.
2012: Planes sociales.

10)
2002: Que se vayan todos.
2012: Los soldados del pingüino.

Bonus track
2002: Las Manos de Filippi.
2012: Ignacio Copani.


viernes, 27 de enero de 2012

EL ODONTÓLOGO COREANO


La única variable que me importa para elegir un odontólogo de la cartilla es la cercanía. Nazca y Rivadavia. Doctor Chong Bing Lee. Excelente. Imagino un samurai con manejo de torno. La puerta de madera está al lado de un boliche clausurado. Empujo y abre. Subo un piso por escalera y toco timbre. En el pasillo hay otra puerta donde se anuncia un estudio de abogados y una más que no dice nada. Me abre una secretaria.

- ¿Estaba abierta la puerta de calle?
- No sé, empujé y se abrió.
- Eso está mal. 
- Yo la cerré bien –dice una coreana en la sala de espera-.

A excepción de las dos secretarias, todos en la sala son coreanos. Las revistas están escritas en coreano y hay jarrones de diversos tamaños. Las paredes son de un celeste verdoso, como de pileta techada de club. Me siento en unos silloncitos de mimbre, subo la mochila a la falda y la aprieto fuerte. Intento leer unos cuentos breves de Isidoro Blaisten, pero no me puedo concentrar. Sale un coreano pelado, de unos cuarenta años, flaco y alto. El ambo está a tono con el color de las paredes. Dice mi nombre. Paso al consultorio.

- ¿A qué te dedicás?
- Trabajo en radio –digo mientras pispeo un diploma que asegura que el doctor Lee estuvo en Montreal actualizándose en ortodoncia en 2003.
- Ustedes los periodistas son los que inventan un sentido común y mantienen viva la Matrix. Es como la caverna de Platón.
- ¿Usted es coreano?
- Nací en Seúl. Soy un “TAF”: Traído a la Fuerza. Vos debés ser “NYC”.
- ¿NYC?
- Nacido y Criado.
- Ah, sí. ¿Le gusta la filosofía?
- No es que me gusta, la filosofía es necesaria. Abrí grande y subí el mentón. Si te duele, alzá la mano.

Lee trabaja con fuerza y precisión. Cada tanto balbucea una melodía que no reconozco. A veces da indicaciones serenas, como un instructor de tai chi, anunciando hacia dónde tengo que mover la cabeza. Levanto la mano una sola vez, cuando rasquetea una muela a la derecha y arriba.

- Es la de juicio, no tiene ninguna función y te la voy a extraer. Podría arreglarla, pero es una zona difícil de acceder y no me gusta trabajar a ciegas. Cuando te la saque vas a sentir un vacío, pero nada más.
- ¿Le parece poco sentir el vacío, doctor?
- No es poco o mucho, es necesario.

Cuando Lee me indica que terminó la sesión, después de tomar agua y escupirla, voy a la mochila, saco mi libro y se lo regalo.

- “Claro que Dolerá”. Me gusta, se lo voy a decir a los pacientes antes de empezar. ¿Para vos qué es el dolor?
- Que me tenga que sacar la muela de juicio. Pero cuando escribí el libro pensaba en separación de la potencia, en estar alejado de lo que uno puede.
- Separación de la potencia. Puede ser, puede ser…
- Chau Lee, un placer. Hasta la próxima.
- Voy a pensar lo que dijiste del dolor. Pero vos pensalo más también. Y traé tu cepillo de dientes. No compres uno nuevo, traé el tuyo como esté.   




miércoles, 25 de enero de 2012

374 CARACTERES (CON ESPACIOS)


Que escriba historias, cuentos largos, novelas. Algo así como un tipo que un día se levanta, se enamora, tiene un trabajo, reflexiona sobre la dictadura, se va de viaje y lo estafan en un aeropuerto. Entonces conocerá a un marroquí entrañable, que morirá injustamente en la página 253.
No puedo: apenas alcanzo a cruzar una puerta sin engancharme la campera en el picaporte. 

AL MEJOR DE TRES


Los martes a la noche se arma ping pong en La Casona de Humahuaca. En ese espacio podrían poner mesas y ganar más plata, pero no lo hacen, y será por eso que me gusta ese lugar y la gente que lo lleva adelante. Después de cuatro cervezas, una discusión sobre el kirchnerismo y anécdotas de viajes, pinta un partido contra Santi. Recuerdo haberlo enfrentado en un dobles, donde si bien no se muestra la capacidad real de cada individuo, alcanza para intuir potencialidades. En el peloteo nos hacemos los boludos. Pegamos sencillo, escondemos las cartas. Yo mido cuánto lo inquieta mi mayor ventaja deportiva: soy zurdo. Santi lo entiende rápido y enseguida me tira al revés. Pienso que me va a pasar el trapo. Tiene mejor estado físico y trabaja acá, por lo cuál debe jugar más seguido. No hay público, esto es orgullo personal puro. El partido por los porotos es intenso, de puntos largos, pero estoy firme y con buenos reflejos. Me pongo 18-11 arriba y creo tenerlo controlado. Sin embargo, recuerdo un partido profesional de tenis que vi con mi viejo en Brasil, donde uno que tenía el triunfo asegurado, empezó a perder puntos al rolete y gritó “concentration to finish the match”. No me lo olvido más: un mantra necesario para resolver situaciones en cualquier aspecto de la vida. Por los parlantes del bar empieza a sonar uno de los pocos temas tolerables de Soda Stéreo: Ella Usó Mi Cabeza Como un Revolver. Me doy cuenta que estoy esperando que llegue esa parte de “pasa el tiempo y ahora creo que el vacío es un lugar normal”. Un hallazgo poético. La puta madre, estamos 18 iguales. Logro un 20-20 y vamos a 5. Arriesgo demasiado y pierdo todo en el tie-break. Cambio de lado y revancha. Acá la luz es una mierda y tengo en contra la inclinación del suelo. Estoy obligado a jugar más alto. Se activa una memoria ancestral y recuerdo que debo hacer coincidir la exhalación con el golpe. Estado de presencia. Libros de Castaneda. Gano 21-18. Vamos por el bueno. Estoy cansado y me pica la camisa. Veo chispas brillantes en el aire. Siento que un animal orgulloso juega por mí. Amo a esa bestia que me habita y devuelve todo, ataca con precisión y encima tiene la suerte de colocar dos pelotas seguidas en el fleje del contrincante. Un estado de concentración maravilloso que solo consigo a través de este deporte. 21-18 otra vez. Mierda que soy ambicioso, amo ganar. Tengo ganas de alzar el puño o algo así, pero me reprimo. Le doy la mano a Santi y nos agradecemos el momento.      

lunes, 23 de enero de 2012

MURIÓ UN HOMBRE AL QUE CONOCÍA MÁS O MENOS Y DOLIÓ



Me despierto con un mensaje de Alcira: Murió Ricardo Saavedra. Si alguien dice “qué lo parió” en un PH vacío, ¿se escucha? Ricardo Saavedra trabajó con nosotros en La Tribu durante 16 años, hasta mediados del año pasado, cuando a sus 87 le detectaron cáncer. Era el encargado de las tareas de mantenimiento. Un experto en ahorrar a través del ingenio. Creo que nunca le interesó la comunicación alternativa y jamás supo qué cuernos era la Escuela de Frankfurt. ¿Qué pensaba cuando nos escuchaba discutir sobre “el horizonte político del proyecto”? A veces hacía un mate, lo dejaba en la mesa, decía “jóvenes…” y daba media vuelta. Compartimos todo sin hablar de nada. Jamás comentó algo de la programación de la radio ni preguntó si este año venía Manu Chao. Lo que sé es que hasta el último día que vino se trepó a la escalera amarilla grande para devolver la luz. Flaco y fuerte, camisa de manga corta clara, siempre adentro del pantalón abrochado casi a la altura del ombligo. Los lunes, algún chiste de fútbol a la pasada. Si no se acordaba un nombre, decía “muchacho” o “señorita”. El día que vino a decirnos que lo operaban y que no sabía si podría volver a trabajar, sin que le pidamos, hizo un pequeño balance de su gestión: agradeció que nunca nadie le dio órdenes y dijo que él fue inventando su rol en función de lo que veía que hacía falta y que a nosotros se nos pasaba. Ricardo Saavedra. ¿Dónde lo velan, Alcira? Cucha Cucha y Juan B. Justo. Salgo al mediodía de enero, sudando por Trelles hasta Cucha Cucha, como tantas tardes de mi infancia, llevando los pútridos guantes para defender el arco de la categoría 82 del Scholem de Maturín. Llego a la casa de sepelios y digo lo que se suele decir. Es la primera vez que estoy en un velorio a cajón abierto. Decido ir a verlo. Es como si fuese un maniquí de Ricardo. Demasiado maquillaje. No veo esas arrugas de vida plena, las manos fuertes y venosas, la cara de cóndor sereno. Me presentan a la viuda. Dice Sofía que Ricardo nos quería mucho, pero que cada vez que volvía de la radio renegaba porque no cuidábamos bien las plantas y además sacábamos la escoba y no la guardábamos en su lugar. Le cuento que ahora hay un grupo de jardineras que se encarga del cuidado del patio. Con respecto a la escoba, todavía es un problema sin solución. Nos quedamos un rato en silencio, donde se supone que debe ir una moraleja.    

domingo, 22 de enero de 2012

TATUAJE


Dos policías de civil, acodados en la barra de un bar boliviano.

- ¿Viste el tatuaje de aquél?
- ¿De cuál?
- El de la remera de Chicago Bulls.

No lo ve. Hace que estira los huesos para reubicarse y mirarlo sin despertar sospechas.

- Sí, Chicago Bulls, ¿qué tiene?
- El tatuaje.
- Parece una serpiente.
- Es una serpiente.
- ¿Y qué pasa con la serpiente?
- Yo quiero un tatuaje así.
- ¿Y por qué no te lo hacés?
- Porque tengo piel sensible.

Los policías vuelven a sus vasos. No hablarán de nuevo hasta dentro de diez minutos, cuando uno le pregunte al otro si ya son las tres, que a las tres viene el recambio, que cuánto falta para las tres. 

DISCULPEN LA MOLESTIA


(Sábado 12:30 horas, colectivo 63 entre Juan Agustín García y San Martín, hasta la estación Paternal, frente al Cementerio de Chacarita. A continuación, el discurso-loop-absolutamente literal-del pibe que subió al colectivo).  

“Disculpen la molestia, la estampita que estoy repartiendo es a voluntad, puede ser una moneda de cinco centavos, de diez centavos, para quien pueda colaborar. Y para el que no, también le deseo buen viaje. Disculpen la molestia. Estoy repartiendo a voluntad esta estampita en los colectivos, para quienes puedan colaborar. Desde ya, muchas gracias y disculpen la molestia. La misma es a voluntad. Puede ser una moneda de diez centavos, de cinco centavos, para el que pueda colaborar y el que no pueda, también le deseo buen viaje, sepan disculpar la molestia. La estampita que estoy repartiendo es a voluntad, a los pasajeros que puedan colaborar y a los que no, les deseo buen viaje y disculpen la molestia. Puede ser una moneda de cinco centavos, de diez centavos, para los que puedan colaborar. Que tengan buen viaje y disculpen la molestia". 

sábado, 21 de enero de 2012

ANÁLISIS EXPRESS


La cantidad de edificios nuevos, vacíos y sin cartel de venta que se ven en la ciudad y empeoran nuestra calidad de vida, tal vez deban ser leídos también como inversiones en ladrillos de las grandes ganancias que deja el monocultivo de soja, que no solo se produce acá para alimentar chanchos en China y para fabricar biocombustibles de autos europeos (mientras se limpia la imagen de las petroleras a través de un discurso ecologista), sino que además elimina la biodiversidad, utiliza agroquímicos contaminantes que producen enfermedades como el cáncer, sin crear siquiera puestos de trabajo, lo cuál hace que los pequeños campesinos y las comunidades indígenas, o bien sean masacradas por sicarios contratados por sojeros inversores en ladrillos (como hemos visto en noviembre último con el crimen de Cristian Ferreyra en Santiago del Estero), o bien tengan que emigrar a los cordones urbanos, ampliando las villas miserias, viéndose en la necesidad de ocupar tierras para exigir vivienda digna y terminar, ahora sí, asesinados por un conjunto de fuerzas policiales articuladas, como hemos visto hace poco más de un año, en el Parque Indoamericano. 

viernes, 20 de enero de 2012

CIUDAD AUTISTA DE BUENOS AIRES

Anoche dos pibes en cueros se mataban a trompadas. Una piba gritaba basta, hasta que pintó la sangre y se fue corriendo para la avenida. En esa esquina, bajando el puente en sentido al centro, si se mira hacia arriba, se puede ver un cartel digital de publicidad nuevo y apagado. Todavía no ofrece nada. Está apoyado sobre el techo de la estación de servicio recuperada por sus trabajadores. Les impiden vender nafta, pero mantienen el kiosco, usan la playa de estacionamiento y lavan los autos a mano a bajo precio. En verano se respira un olor inédito, mezcla de petróleo putrefacto y superación de las posibilidades de gestión del espacio. Hoy el viejo gallego que está a la noche me dijo que mejor no me lleve el buñuelo de verdura, que está muy aceitoso. Pusieron un cantero en la esquina, pero nunca sembraron nada. Ahí se apoya, porque da la sombra, el peruano que aprovecha el semáforo para ofrecer inflables con forma de pato y fundas de celulares. Enfrente está el vendedor de jazmines, siempre y cuando no caiga el repartidor de estampitas que una vez me confesó que Dios es un negocio redondo, que deja el 500 % por figurita. De ir en sentido contrario a la avenida, conoceríamos al Mono Mario y su curioso puesto de comidas rápidas, frente al restorán peruano “Mi Chiclayanita”, pero ese es otro capítulo.  Mejor crucemos la avenida, por donde corrió la chica cuando corrió la sangre. De día suelen estar los centroamericanos que venden carne a la parrilla, en la esquina de la bodega abandonada hace más de veinte años. Buen arreglo con la policía, buena carne, sillas de plástico por si querés quedarte a comer al calor de las brasas. Además, tiene vista al cartel gubernamental que dice “cada vez es más fácil conseguir trabajo” y que sistemáticamente alguien se encarga de reventarle a palazos el acrílico que lo recubre.  

jueves, 19 de enero de 2012

UNA PREGUNTA


¿Entonces no hay afuera?

Santiago López Petit, filósofo catalán: (diez segundos de balbuceo). No hay un afuera en el sentido de un lugar al que ir. No hay afuera en el sentido de un horizonte definido al que alcanzar. La realidad se ha plegado al capitalismo y el capitalismo se ha hecho plena realidad. No hay afuera de esto, pero se pueden hacer agujeros en la realidad. Que no exista “afuera” no es un discurso de la impotencia. Decir que perdimos ya es una obviedad. Que no haya horizonte es una liberación, no hay obligación de ir a un lugar. El viento que limpió los sueños de ayer nos libera también. Todos hablan de la vida. Es una obviedad con mayúscula, una palabra. No existe. Solo sirve para construir discursos humanitarios y reaccionarios. Lo que hay es el querer vivir de la gente. 

UN TEXTO DE "28 DÍAS"


El gato que se fue, los hamsters muertos en riña, un par de canarios envenenados, mi colección de chapitas. La tarde de lluvia en el parque vacío, la remera que tenía puesta el día del ascenso, mi mejor amigo de la primaria, una novia que pensé que duraría. Mis bisabuelos, el disco de Tom Waits, dos o tres certezas, la pelota saltarina. El libro de Castaneda, la chica que conocí en el norte, mi primera poesía, la carta de Leila explicando que sólo quería mi amistad. El auto de plástico que me gané en la kermesse, la reina batata, mis muñecos que jugaban a formar fila, la frazada con dibujos de motos. Todo tiene que estar en alguna parte.      

UN POEMA DE "CLARO QUE DOLERÁ"




Carreras de caracoles
en las persianas de Gesell

Inundar areneros
para ver a las avispas caer

Arañas ciegas
lagartijas sin cola
sapos que revientan de una patada

Que vuelvan
     las vacaciones con mi hermano. 

LAGAÑAS



De pie, sin despertador. Ir a la cocina. Reloj en números romanos. No interpretar. Teléfono. Tratar de pensar posicionamiento del sol sobre los objetos. ¿Dormí 26 horas? Teléfono. Pedazo de sueño pegado en la parte posterior del cráneo: hamacas chirriantes. Teléfono. Hola. No, acá no hay ningún Germán González. No funciona ninguna talabartería. Acá no hay cueros ni nunca hubo. El dueño anterior se apellidaba Serafini. Enterró a su perro en el cantero, lo supe después de trasplantar las orquídeas. Disculpe, ¿me podría decir la hora? Ah, no dormí nada. No hay problema, buen día. 

IDIOMAS: NIVEL BAJO


Apenas entiendo el castellano. Por eso, juego a escuchar música en otros idiomas y escribir mientras dura la canción, guiado por la rítmica, la melodía o lo que me imagino que puede decir la letra. 



"Elisa", de Serge Gainsbourg.

"La extraña costumbre de recorrer la nursery, imaginando cuál puede ser el hijo. Esquivar la desconfianza de las enfermeras para formar una vida que no es. Las madres ya no importan. Podría ser cualquiera, pero aquél, con pequeñas manchas rojas en la cara por el llanto, aquél de las manos apretadas, aquél capaz de comprender de dónde viene la luz para dar la espalda. Aquél debe ser el hijo". 

BREVE MANIFIESTO SOBRE LA DERROTA


Ni fuerza para definir la mecánica marcial de la muerte programada.
Ni gestos en la ventana de un porvenir suspendido.
Tragar saliva para no escupir la vida entera,
la tropa de fracasos,
el manto que la cubre.

Ser vivo es la condena de palpar la carne,
De saberte relación y quedar sin hilo,
De noquear mariposas queriendo tejer futuro.

Sabidurías al interior de las piedras
que nunca verán la luz
que nunca enseñarán su fuerza.

Dejar las ganas en alambrados de púa
donde anidarán pájaros confundidos
y quemarán la especie
despertarán de noche
volarán hacia donde nunca. 

Acostumbrarse al estruendo
al paraíso empetrolado
a no pedir revancha por el bosque caído.

Tanto chiste en el velorio,
tanta calma desplegada
en la fosa común que separa 
a la vida
de la supervivencia.

SI LO APURÁS...

Promedia la conversación con un músico. Me cuenta cómo un productor artístico lo puso a prueba antes de la grabación del disco debut de la banda que él mismo había formado. Le dio un tiempo estipulado para cambiar algo relacionado a su manera de tocar. Lo amenazó con dejarlo afuera de la grabación. Sus compañeros de grupo agacharon la cabeza. "Y viste cómo es -dice el músico-: si lo apurás, se detiene". Sin haber grabado y alejado del grupo, se ríe al contarlo.